Desde hace miles de años, el olivo ha sido uno de los árboles más cultivados y, gracias a eso, hoy en día se conservan ejemplares de cientos e incluso miles de años de edad. Según los últimos datos existen más de 1.500 millones de olivos plantados en un total de 11 millones de hectáreas por todo el planeta. Los olivos más longevos y de variedades autóctonas producen un aceite único y de calidad que ya es indispensable en muchas cocinas.
Un olivo auténtico
Que un olivo sea centenario hace que su aceite sea especial por muchas cosas, pero, sobre todo, porque beneficia a la biodiversidad de esa zona, conservando sus especies y variedades, como sucede con nuestros aceites, aceites Ferrer en la Sierra de Guara. Esto hace que sean “más auténticos” ya que otorgan también un valor cultural por sus características.
En peligro de extinción
El aceite que proporcionan los olivos milenarios y centenarios es muy especial y mucha gente aprovecha esa circunstancia para arrancarlos y venderlos. Una práctica contra la que se ha luchado desde distintos colectivos porque, según dicen, pierde su biodiversidad productiva.
Aceite exclusivo
Algunas variedades de olivos se cultivan cada vez menos y eso hace que estén en peligro de extinción un mayor número de ellas. En Aceites Ferrer trabajamos con olivos centenarios de entre 400 y 500 años y de variedades autóctonas como Verdeña, Negrla y Alquezrana. Cada una sirve para producir un aceite monovarietal que resulta único y exclusivo por sus características y por su procedencia. En él se refleja el patrimonio natural y paisajístico, no sólo actual, sino de los cientos de años de vida que tienen de una zona como la Sierra de Guara.
Estos olivos, como en el caso de Aceites Ferrer, no se encuentran en plantaciones intensivas y tienen su espacio y raíces asentadas y hundidas en la tierra. Esto hace que la calidad del aceite sea superior, única y exclusiva gracias también al cultivo y la extracción que se hace con el más riguroso cuidado y mimo para no dañar el producto.
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